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Sombras en Pueblo Nuevo

En pocas semanas, el elenco andino pasó de ser uno en capacidad de medirse en igualdad de condiciones a uno de los rivales más encopetados del continente a otro que fue superado en todos los aspectos por un visitante que no vive su mejor momento deportivo.

El lugar común dice que en un partido de Libertadores no hay margen para el error. Ante el conjunto chileno, Táchira se equivocó varias veces y las pagó con goles en contra. Apenas en los minutos finales, el Cacique tuvo par de desatenciones que resultaron en los tantos que maquillaron el resultado.

Durante los minutos iniciales, el partido no presagió lo que vino después. Fueron los pasajes en que el club venezolano manejó el balón, avanzó por ambos costados pero -como ocurrió ante Santos- no pudo generar ocasiones claras para anotar. La pelota perdida en la mitad que se tradujo en el primer gol austral fue el punto de quiebre del cotejo.

Colo Colo se bajó del autobús -literalmente- en tierras fronterizas inmerso en una crisis de resultados, con destellos de su mejor juego ofrecidos en la goleada recibida ante Cerro Porteño y con un nuevo técnico que apenas tuvo tiempo de presentarse ante el plantel y llevar a cabo un par de sesiones de entrenamiento. En buena parte del resto del compromiso, todo eso quedó en el pasado.

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El sistema defensivo tachirense se resquebrajó en el mediocampo y los costados. La pareja de centrales hizo un esfuerzo enorme para detener a Ezequiel Miralles y Esteban Paredes, con éxito parcial. Del medio en adelante, el once criollo fue predecible, carente de respuestas concretas, más allá de las intermitencias de hombres talentosos que naufragaron ante una zaga que no se complicó las cosas.

Mientras tanto, la escuadra alba no se refugió en su sector a defender la ventaja, sino que le dio el balón a jugadores capaces con él, quienes marcharon campantes por las proximidades del área aurinegra casi toda la noche, sacando máximo provecho de las jugadas profundas o de contragolpe, cuando éste fue necesario en el segundo tiempo.

Con dos goles de desventaja, Táchira ingresó en ese período con la esperanza de volcar el duelo a su favor a través de los cambios. Esto ocurrió únicamente en el cierre, con el Cacique pensando en el futuro, lo que permitió los dos goles producto de la lucha individual del motivado Julio Gutiérrez. A esa altura el estadio estaba semivacío y la parcialidad local había tenido rencillas entre sí.

El principal bastión vinotinto en la presente Libertadores fue derribado por un equipo práctico, concentrado y entendedor de cómo se juegan este tipo de encuentros. Las sombras se asoman para un equipo que ha decaído en relación a la aceitada maquinaria de meses atrás y que requiere resultados y contundencia para aspirar a superar la fase de grupos.

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