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La tentadora inmediatez de la norma del juvenil

Uno de los enunciados históricos del fútbol venezolano dice que el edificio se debe empezar a construir por las bases, pero la eliminación prematura en el Sudamericano sub-20 ha revitalizado el planteamiento de por qué no hacerlo desde el techo.

La norma del juvenil tuvo 15 años de vigencia y el edificio sigue tan tambaleante como lo estuvo en esa década y media o antes. El fútbol formativo en el país ha dado algún paso hacia delante, aunque no los suficientes.

La primera explicación de la debacle vinotinto en Lara es futbolística, cargar la derrota a la carencia de la obligatoriedad de usar juveniles en el torneo nacional remarca un afán inmediatista y populista.

Para que un jugador rinda en el fútbol profesional primero tiene que pasar un proceso de formación de años en las categorías menores, con las numerosas variables que eso conlleva, desde su entorno personal hasta el estilo de juego en el que se ha criado.

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La norma en su momento benefició a un reducido grupo de futbolistas y le cortó la progresión de su desarrollo a muchos otros, incluso descartando carreras deportivas. Por otro lado, hoy, en la práctica y sin norma, los equipos siguen usando juveniles si así lo consideran necesario.

La implementación de un juvenil obligatorio trastocaría lo establecido para un torneo que ya está en marcha, afectaría las intenciones de fomentar el fútbol formativo en algunos equipos y contradeciría los proyectos para el balompié menor de los entes encargados del fútbol en el país.

Otro punto clave es el mejorar el torneo profesional, en lo estructural y en su expresión futbolística. La vía para tener un mejor Futve y una mejor participación en torneos internacionales pasa por algo distinto que usar juveniles de forma obligatoria sin fortalecer su entorno.

Javier Rivera
Foto: Prensa FVF
Lavinotinto.com

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