Lo que se temía llegó, el retroceso del fútbol estadounidense a nivel de selección se hizo patente con la eliminación que sufrió de la Copa del Mundo de Rusia 2018, tras haber perdido por 2-1 el último partido del hexagonal de la Concacaf ante Trinidad y Tobago.
El entrenador alemán Jurgen Klinsmann, que fue despedido el pasado noviembre después que el equipo había perdido los dos primeros partidos del hexagonal ante México, de local, y ante Costa Rica, de visitante, había denunciado claramente que Estados Unidos no avanzaría en el apartado futbolístico mientras tuviese como base la aportación de la MLS.
Ese concepto y convencimiento, unido a la perdida de apoyo de los jugadores veteranos de la selección -todos en equipos de la MLS– fue lo que hizo que el presidente de la Federación de Fútbol de Estados Unidos, Sunil Gulati, se viese obligado a despedirlo.
Casi un año después los resultados y la eliminación con el equipo bajo la dirección del veterano Bruce Arena, el hombre que se enfrentó abiertamente a la filosofía de Klinsmann antes que fuese despedido y ocupase su puesto, permiten al entrenador alemán reivindicar su proyecto de buscar talento nuevo fuera de la MLS.
La imagen que dio Estados Unidos ante Trinidad y Tobago fue la peor que se recuerda desde principios de la década de los 80, muy inferior a cuando en 2009 también perdieron frente al equipo caribeño, pero ya estaban clasificados para el Mundial de Sudáfrica.
Estados Unidos había llegado a Trinidad y Tobago con todo a su favor para tranquilamente haber podido conseguir la clasificación, pero se encontraron que perdieron la credibilidad que se habían ganado de selección que podía ganar partidos decisivos.
No fue así, y Arena, de 66 años, que volvió a dirigir por segunda vez a Estados Unidos, después de haber llevado a la selección dos veces al Mundial, también dejó manchado su legado de entrenador ganador y lo que es peor humillado con una derrota ante un equipo que en todo el hexagonal había vencido en un solo partido.
Cierto que Arena se hizo cargo del equipo tras las derrotas de Estados Unidos frente a México y Costa Rica, pero ambos equipos al final fueron los que dominaron durante todo el hexagonal y se clasificaron sin problemas.
Algo que le puede ahora servir de atenuante y de justificación a Klinsmann, después de verse como la selección bajo la dirección de Arena no fue más eficaz, consistente o mejor que con el entrenador alemán, despedido, sobre todo al ver el ridículo y humillación que Estados Unidos sufrió ante Trinidad y Tobago.
Pero lo más grave que se ha visto en la selección bajo la dirección de Arena es la falta de entusiasmo, espíritu de lucha, disciplina y sacrificio que han tenido la mayoría de los jugadores en los partidos decisivos.
Precisamente, cualidades claves en la concepción del fútbol estadounidense que posee una gran fuerza física y preparación, pero carente de técnica, visión del juego y saber moverse por el campo sin balón.
El único que demostró que ha aprendido los fundamentos del fútbol fue el joven mediocampista Christian Pulisic, de 19 años, que juega con el Borussia Dortmund y que descubrió Klinsmann, que fue el que primero lo llamó.
De ahí la insistencia de Klinsmann de pedir que los jugadores jóvenes estadounidenses se fuesen a competir a Europa, no se quedasen en la MLS, una liga convertida en un cementerio de elefantes, que además compiten con reglas que nada tienen que ver con el fútbol mundial.
La eliminación de Rusia 2018 no sólo deja a Estados Unidos fuera de la elite mundial sino que confirma que el modelo de la liga profesional con 22 equipos, que será incrementada a 24 la próxima temporada, no les ha hecho ser mejores como selección si no todo lo contrario han retrocedido de manera alarmante en su nivel futbolístico.
EFE
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