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Interinatos felices

Por más que algunas veces no sea reconocido públicamente, cada equipo dentro de un torneo tiene objetivos distintos, algo que se refleja en decisiones como la de la continuidad o no de un director técnico.

En el actual Apertura, cinco conjuntos decidieron dar de baja a sus estrategas sin haber alcanzado la mitad de los partidos. Involucrados están candidatos al título y aspirantes a la permanencia. Los resultados, como es habitual en estos tiempos, mandaron por encima del llamado “proyecto”.

Una de las tareas más difíciles para un técnico es la del interinato. Es un tiempo corto, en el que ajustes mínimos tienen que conducir al éxito para definir la continuidad, la mejoría o, en los casos extremos, la salvación deportiva, de un equipo en el que hasta días antes poseían una menor o nula responsabilidad.

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Esta semana, dos interinos vieron definido su futuro inmediato. Vicente Rosales aceptó desde el primer momento la transitoriedad de su presencia al frente del Carabobo, quizá un paso necesario en una trayectoria como entrenador que apenas empieza, y se despidió con un balance de resultados positivo, pasando a ser el asistente técnico del timonel entrante, Darío Martínez.

En Táchira, el caso de Manolo Contreras tuvo matices del típico “apagafuegos”. Fue ascendido de las categorías menores con el objetivo de lograr la estabilidad en un equipo golpeado mientras arribaba al cargo un técnico para encarar los duros retos del resto de la temporada. Su reemplazo nunca llegó y ahora tendrá la responsabilidad de dirigir a uno de los grandes del país hasta el final del Apertura en diciembre.

Ambos terminaron siendo ejemplos de que la tarea del técnico interino puede llevar a un final feliz. El fútbol nacional está lleno de casos de ese tipo, porque algunas veces las soluciones a los problemas están en casa.

Javier Rivera

Foto Cortesía deportivotachira.com

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