Apurando las últimas horas, los cinco candidatos a la presidencia de la FIFA aprovecharon las reuniones de las Confederaciones y salieron de gira por lujosos hoteles, a resguardo de la nieve que cayó en Zúrich, con la intención de captar el voto de aquellos que aún puedan estar indecisos.
La elección más incierta de la historia de la FIFA, la que ha reunido a más candidatos y debe provocar un cambio total en su estructura agota sus instantes previos con una actividad frenética.
Ya nadie se fía de nadie. Ni de las consignas de las Confederaciones, que han pedido en su mayoría el voto en bloque, ni siquiera de las declaraciones de apoyo expresas, porque crecen las sospechas.
Si Gianni Infantino creía tener asegurado el voto sudamericano, porque la propia ejecutiva de la CONMEBOL así lo había dispuesto, la declaración de Fernando Sarney, representante brasileño en el comité ejecutivo de la FIFA, reconociendo que el favorito era el jeque Salman Ebrahim Al Khaifa abrió la espita.
El jeque árabe pidió una reunión con el ejecutivo de la CONMEBOL, reunido en una sala contigua del Swissotel a la que utilizó la UEFA para celebrar su Congreso Extraordinario. En su primer encuentro oficial con los representantes del fútbol sudamericano, Al Khalifa ofreció más cuota de poder, con un mayor número de representantes en diferentes espacios de la administración de la FIFA.
No mucho después, Infantino también acudió a ver a la CONMEBOL para proclamar: “Me siento sudamericano y Sudamérica se merece el reconocimiento de todo el mundo por su aporte al fútbol mundial”, al tiempo de asegurarse una fidelidad que, superadas las dudas brasileñas, parece confirmarse.
Instantes más tarde y justo al lado, el secretario general de la UEFA, recibía una cerrada ovación de los compañeros europeos, sin tiempo siquiera para quitarse la insignia de la CONMEBOL que lucía en la solapa.
Infantino no esperó que concluyese el Congreso de la UEFA, puesto que debía partir al Hotel Renaissence, donde le esperaba la Confederación Oceánica de Fútbol (OFC) o, lo que es lo mismo, once posibles votos que pueden decantar la elección.
Ante los presidentes europeos, el propio Al Khalifa pidió elegir “la persona correcta independientemente de su nacionalidad”, recordó que él apoyo de manera entusiasta a Michel Platini cuando el dirigente de la UEFA aún aspiraba al cargo y puso como el ejemplo que quiere seguir la gestión de la Premier y la Bundesliga.
Previamente, el jeque árabe había afirmado ante los representantes de la Confederación Asiática que preside que no está dispuesto “a hipotecar la FIFA por un puñado de votos”.
El príncipe jordano Ali bin al Hussein ofreció un secretario general europeo y Champagne, incluso, llegó a sugerir que sus contactos diplomáticos con Estados Unidos y Suiza podrían acabar con la incertidumbre judicial que aún atenaza a muchos dirigentes.
Hasta el sudafricano Tokyo Sexwale, que contra pronóstico no anunció su retirada pese a ser el favorito para ser descartado en la primera ronda, paseó su simpatía por el Congreso de la UEFA, sabedor de que sus opciones son mínimas.
EFE
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