El entrenador del Colón argentino, Pablo Lavallén, se declaró abrumado y con “mucho dolor” por sus jugadores y por los miles de aficionados de ese país que asistieron a la final de la Copa Sudamericana en Asunción, que ganó el ecuatoriano Independiente del Valle (3-1).
“Mucho dolor, primero por los jugadores, por verlos como están en los vestuarios, por verlos cómo terminaron el partido, con lágrimas en los ojos y la impotencia de no haber podido dar a la gente lo que todos queríamos“, afirmó el entrenador en una rueda de prensa en el Pablo Rojas, el estadio de Cerro Porteño en el que se disputó el partido.
Tras pedir disculpas a los más de 30.000 hinchas “sabaleros” venidos de la provincia de Santa Fe para alentar al Colón, el estratega afirmó que los partidos “uno los puede planificar, pero a veces los factores externos pueden llegar a modificar“.
En este sentido, argumentó que mientras “estuvo el clima” en condiciones, el partido, que tuvo una interrupción de media hora por lluvia, “estuvo parejo”.
Añadió que el Independiente abrió muy pronto el marcador con una pelota parada para luego aprovechar la salida santafesina para anotar el segundo de contragolpe, lo que dejó les dejó en problemas al cabo de la primera parte
“Empezar abajo te obliga a salir, a ir a buscar, desprotegerte y tienen jugadores rápidos y bueno, estamos tristes y hay pocas claridades para el análisis“, remarcó Lavallén.
El partido estuvo condicionado por una fuerte tormenta que cayó sobre la capital paraguaya, que motivó que el arbitro suspendiera las acciones por 30 minutos.
Además, los espejos de agua formados restaron rapidez a las jugadas.
Para Colón era la oportunidad de hacerse con un título continental en sus 114 años de historia, y además en una ocasión especial, puesto que era la primera vez que la final de la Sudamericana se luchó a partido único.
EFE
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