Uno de los mejores atardeceres de la capital es el que se observa desde el estadio Olímpico de la UCV. El de este miércoles respondió a los antecedentes como también lo hizo el Caracas FC en su estreno como local en 2021.
El reencuentro del club avileño con el principal escenario de la ciudad también fue el regreso del periodismo al estadio. El reducido número de comunicadores en una zona delimitada de la tribuna era parte de lo novedoso, del gradual retorno a la normalidad, la que sigue siendo de medidas de bioseguridad y por ahora sin público.
En general, el encuentro fue típico de inicio de Libertadores. El segundo compromiso de una llave que representa despedirse temprano o estirar la ilusión en la copa internacional combina una puesta a punto que no se ha logrado con la obligación por sumar, trascender y recaudar.
Y esto lo acusaron los dos conjuntos en el impecable césped de Los Chaguaramos. Caracas, que ya había demostrado tener más respuestas que su rival en la ida, no salió a imponerse. César Vallejo no se metió atrás pero no supo dejar de ser predecible.
El gol le llegó al cuadro rojo en la primera ocasión que mostró el potencial que quiere desarrollar este año: jugada colectiva hasta las barbas del portero rival, que terminó en un penal a favor, cambiado por gol por Echeverría, para el que la jornada fue otro capítulo de su búsqueda por confirmarse como pieza relevante del equipo.
El duelo no varió en gran medida. Del lado peruano la propuesta era la de colgar centros que fueron revertidos una y otra vez. Del local, era la de generarle espacios a los veloces africanos, voluntariosos pero dubitativos para resolver.
La amenaza trujillana nunca cuajó y los cambios no modificaron el libreto caraqueño, que empezó a acumular ocasiones falladas. El gol de Celis, quien fue más generoso en su juego que en otras ocasiones, cerró la ventaja y dejó mejor parado el argumento de una escuadra que debe seguir creciendo para medirse al más exigente Junior.
Javier Rivera
Foto: EFE
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