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El esfuerzo no pasó del empate

Con el resultado de la serie en contra, el equipo de blanco y negro salió a buscar el encuentro. La irrupción de Félix Casseres y la posesión del balón se reflejó en el tanteador temprano. Víctor Guazá definió anticipando a la zaga forastera y avisó que será una apuesta interesante para el resto del semestre en un conjunto que necesita del gol para ratificar lo que genera en otros lugares de la cancha.

La anotación no cambió el libreto que se estaba desarrollando en el maltratado gramado del estadio Olímpico. Diego Barreto tuvo que exigirse para evitar una nueva caída de su valla. Petare fue el elenco que impuso las condiciones durante la primera media hora del encuentro, con serenidad y aprovechando las desatenciones de un rival que aún no alcanza su mejor forma.

Sin embargo, una jugada bien elaborada de Cerro Porteño culminó en el tanto de Roberto Nanni que cambió el partido irreversiblemente. De allí en adelante, la noche del parque universitario vivió un cotejo con un local gallardo, explotando lo más posible sus virtudes sin grandes resultados ante un visitante cómodo, que aplicó su oficio e hizo lo justo para no ver afectada su ventaja en la llave.

Defensivamente, el cuadro capitalino es uno de los mejores del fútbol nacional. En su propuesta de ajustarse a un guión táctico que está internalizado por buena parte del plantel, la idea de arriesgar todo con el marcador global en contra no fue llevada a la práctica por completo. Por ello, los nombres protagónicos ya no fueron los de los jugadores petareños sino los de sus pares paraguayos.

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El estado de cosas no varió porque Cerro se quedó tranquilo con mantener alejado de su área al ataque criollo. Refrescó líneas y le dio mayor libertad a sus laterales, acariciando el gol del triunfo. Con un hombre menos, las dos claras ocasiones tapadas por Barreto en el tiempo adicional de la segunda etapa quedaron como esfuerzo final de un equipo nacional que mostró ímpetu durante todo el duelo.

Complicaciones en 180 minutos

Petare, como otros conjuntos en el pasado reciente, dejó la sensación de que pudo haber logrado el objetivo, de que le faltó un paso más para entrar en la ronda de grupos. El contexto en que está enmarcado el elenco caraqueño, que no compagina lo deportivo con lo administrativo, se reflejó en el resultado.

Pero esto no deja de lado una constante que sigue pesando como una losa sobre los hombros del balompié patrio. En 180 minutos, los conjuntos nacionales no han mostrado capacidad para manejar las circunstancias a su favor, apuntalar una ventaja, resistir a un adversario necesitado o explotar las carencias de un rival que tiene pocos partidos encima.

El elenco de blanco y negro no fue la excepción, con la serie empatada no pudo aprovechar su momento y ponerse en ventaja. De nuevo, dos equipos serán la representación vinotinto en la fase de grupos de la Copa Libertadores en cruces auténticamente difíciles. Caracas y Táchira ahora tienen la responsabilidad de hacer que los tonos grises que asoman en el firmamento copero se alejen.

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