El conjunto dirigido por Gustavo Quinteros, al contrario de lo que indicaba su irregular preparación, mostró orden, concentración y actitud. A partir de argumentos que son tan útiles como sencillos, resistió cuando le correspondió y se atrevió cuando tuvo espacio para hacerlo. No fue propietario mayoritario del balón pero le pudo sacar provecho.
El once local empezó a acumular ocasiones de gol desde temprano. Lionel Messi, pese a que no tuvo su mejor noche, enseñó varias de sus armas aunque inmerso en la intermitencia colectiva. El portero Carlos Arias respondió ante las más claras llegadas argentinas de la primera parte, mientras sus compañeros solidificaban el sector defensivo.
El gol de Edivaldo Rojas, en el inicio del segundo período, no cambió el libreto del encuentro. Bolivia no se replegó por completo para defender la ventaja, por el contrario se animó más y tuvo en los pies de Moreno Martins el golpe definitivo y no lo aprovechó. Ya Sergio Batista había dado ingreso a Ángel Di María, quien le dio un nuevo aire a la ofensiva sureña.
El complemento para éste vino con la entrada de Sergio Agüero. Un centro de Di María fue el principio de la jugada culminada con el potente remate del Kun para el tanto del empate. El gol trajo consigo algunos de los pasajes más destacados de Argentina, mas Arias estuvo atento, sumado a la buena dupla defensiva de Ronald Raldes y Ronald Rivero.
El pitazo final dejó a ambos insatisfechos. Bolivia tuvo la posibilidad de dar un paso inestimable hacia la siguiente fase y el dueño de casa no pudo ratificar en el terreno de juego su teórico favoritismo. La Copa América empezó con un duelo típico de ella, con pasajes brillantes, detalles de organización y un resultado inesperado para la gran mayoría.
