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Árbitros concentrados

Las rondas de mate, la típica infusión de yerba consumida en países de Sudamérica, también hacen su parte a la hora de enfrentar el crudo frío invernal durante los entrenamientos de los árbitros en el predio del club Instituto de Córdoba, donde también se alojan.

Las jornadas suelen ser siempre similares: al desayuno en un salón custodiado por casacas del Instituto, de la Segunda División argentina, le siguen unas dos horas de preparación física y entrenamiento para poder moverse al ritmo de las selecciones durante los noventa minutos de partido.

Más tarde llega el almuerzo, para luego aprovechar las tardes libres, aunque los planes no suelen ir más allá de caminar por el predio, mirar televisión, charlar con los compañeros o observar algún partido de las inferiores del club que por estos días se disputan en el complejo situado en un antiguo casco de estancia.

"Por disposición, no salen del predio. Sólo lo hacen todos juntos cuando se organiza alguna excursión. Hace unos días fuimos a Carlos Paz", una de las ciudades más turísticas de Córdoba, cuenta un miembro del equipo de preparadores físicos y fisioterapeutas que acompañan a aquellos a cargo de la difícil tarea de dirigir.

Casi como una salida escolar, los jueces del fútbol aprovechan así para el esparcimiento. "También fuimos a un centro comercial y al estadio Orfeo" de Córdoba, relata.

Mientras, los árbitros animan el entrenamiento con un partido de fútbol tenis que une a un peruano y dos uruguayos -entre ellos Roberto Silvera, quien dirigió el primer encuentro de la copa, entre Argentina y Bolivia (1-1)- frente a un ecuatoriano y dos argentinos.

"¿Donde sale la nota?", pregunta entusiasmado uno de ellos ante la presencia de Efe, aunque las normas de la organización impiden entrevistar a los árbitros.

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Para evitar discordias o choque de costumbres entre los "concentrados", cada habitación es compartida por dos árbitros de la misma nacionalidad.

La Conmebol designó para el torneo continental, que comenzó el pasado viernes, un árbitro principal y uno asistente por cada país, salvo en el caso de la anfitriona Argentina, en el que se sumó dos jueces asistentes suplentes.

Para las comidas, en cambio, no existe una distribución especial ya que todos acceden al mismo menú, en general, de comidas típicas argentinas, bien recibidas por los paladares de los referís, cuyas edades no superan los 45 años, tal como establece la disposición de FIFA para poder ejercer como árbitro internacional.

"Se preparan bien para los partidos. Están muy tranquilos", coinciden los profesionales que les acompañan en el predio, donde el recambio de árbitros que viajan y regresan de los encuentros asignados es permanente.

De hecho, existen diferentes tipos de entrenamiento, de acuerdo a si están próximos a dirigir, si acaban de llegar de un partido o si aún les falta unos días para emprender la siempre polémica tarea de evaluar jugadas, roces o golpes de futbolistas.

Los árbitros, incluso, pueden convertirse en protagonistas de los partidos, como ocurrió como en la edición de 1937 de la Copa América, cuando la distracción de un árbitro, que había echado a un jugador argentino, hizo que el entonces seleccionador local, Manuel Seoane, hiciera entrar a otro futbolista al campo de juego sin que el colegiado se diera cuenta.

Para evitar equivocaciones, los árbitros asistieron días atrás en Córdoba al Curso de Alto Nivel promovido por la FIFA, aunque, más allá de la preparación, las polémicas por las decisiones de los jueces seguirán perteneciendo al folclore futbolero.

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