Contrario a lo que el mismo Omar Infante hubiera imaginado su regreso se produjo rápido.
El camarero de los Reales de Kansas City fue golpeado en la mandíbula, a principios de semana, por un envío de Heath Bell en la pasada serie contra los Rays de Tampa Bay. El segunda base pasó un par de días recluído en el hospital sin síntomas de conmoción y sin mayor daño que con sutura no pudiera solucionarse.
“Cuando vi la sangre en mi mano”, exclamó el anzoatiguense a MLB.com. “Me sorprendí y pensé que me habían roto algo en la cara. Pasó pero estoy es béisbol y debo continuar”.
Infante tomó su práctica de bateo y al sentirse bien fue incluido en la alineación de Ned Yost, piloto de los Reales, como segundo bate y ligó un hit en tres turnos, anotó una carrera y recibió una base por bolas. Un reportero, sin embargo, describió que en su primer turno titubeó al ir a la caja de bateo.
“Es normal”, asintió en su conferencia. “No puedo hacer nada. Uno trata de no pensar mucho en eso. Fue algo tenebroso. Todo el mundo me dice que tuve suerte y que pudo ser peor el daño”.
El oriental no fue el único criollo que volvió a la acción este viernes.
Freddy Galvis, quien finalizando el spring training, sufrió el contagio de una bacteria tuvo su primer juego del año al volver de la lista de incapacitados, señaló MLB.com, aunque para volver a la nómina los Filis de Filadelfia asignaron a César Hernández a doble A.
El campocorto tomó turno como emergente y se marchó sin suerte en su único turno legal.
Por Marcos Grunfeld
Foto: Zimbio.com
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