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Uruguay perdió a Ghiggia, el héroe del Maracanazo

La muerte del exfutbolista Alcides Edgardo Ghiggia dejó a Uruguay sin el héroe del Maracanazo, la persona que con su gol otorgó al país contra todo pronóstico el segundo Mundial de su historia a la vez que ayudó a consolidar la identidad nacional de los uruguayos.

El hito se escribe en letras mayúsculas y trasciende lo deportivo para ser incluso considerado como el hecho definitivo que consolidó el sentimiento patriótico de los uruguayos, país constituido en 1830.

«Ghiggia, la selección uruguaya, el triunfo de Maracaná, son señas de identidad que nos hacen concebir un sentido de pertenencia a esta Nación», afirmó hoy el director nacional de Deportes del país sudamericano, Fernando Cáceres.

Tras vivir 65 de sus 88 años bajo las luces del Maracanazo, quiso el destino que Ghiggia falleciera el mismo día que un gol suyo rubricara aquella hazaña, ligando para siempre su muerte al hito que lo glorificó en vida.

Ghiggia, nacido en Montevideo en 1926 y fallecido este jueves en Las Piedras, era el último héroe vivo de Uruguay, un país en el que el fútbol es religión.

Su adiós deja huérfanos de ídolos a aquellos que vivieron con sus propios ojos la hazaña de 1950 y a los más jóvenes que conocen la gesta de oídas y que solo vieron unas pocas imágenes de vídeo en blanco y negro.

Con el marcador empatado a un gol, corría el minuto 79 de la final del Mundial de 1950 entre Brasil y Uruguay en el estadio Maracaná, de Río de Janeiro, cuando Ghiggia, entonces veinteañero, marcó el gol del triunfo para los charrúas.

Los más de 200.000 espectadores, mayoritariamente brasileños, que se apiñaban en el recinto entonaron el llamado «grito que nunca fue», pues quedaron conmocionados al ver como Uruguay les arrebataba un Mundial que daban por ganado.

«Sólo el papa, Frank Sinatra y yo callamos al Maracaná», declaró en 1995 Ghiggia, que se llevó los últimos recuerdos vivos de aquella gloria.

Pese a su estatus héroe nacional, durante algunos años cambió el celeste de la camiseta uruguaya por el azul de la selección italiana, para la que jugó en cinco partidos entre 1957 y 1959.

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Su carrera profesional había comenzado con 20 años en el Sud América de Montevideo, desde donde pasó a Peñarol, equipo con el que conquistó dos ligas locales entre 1948 y 1953 antes de ser traspasado a Italia, país en el que jugó nueve temporadas en el Roma y una en el Milán.

A los 30 años, retornó a su país para fichar por el Danubio, donde se retiró a los 42 años.

Los homenajes «hay que hacerlos en vida, después no sirven», dijo Ghiggia en mayo de 2014 tras descubrir un sello que el Correo uruguayo emitió en su honor, uno de los múltiples reconocimientos que recibió a lo largo de su trayectoria.

Tanto es así que incluso el Maracaná hizo las paces con él en 2009, cuando fue inmortalizado en la «calzada de la fama» del legendario estadio carioca.

«Viva Brasil. Nunca pensé que sería homenajeado en el Maracaná, estoy muy emocionado», dijo en aquella ocasión.

Su opinión era pedida antes de las grandes competiciones internacionales de la Celeste y su figura fue objeto de disputa entre las fuerzas políticas del país.

En 2014, tras ver que el partido Frente Amplio anunciaba la adhesión de Ghiggia al tiempo que el Partido Nacional Luis Alberto Lacalle Pou mostraba una fotografía de un formulario que Ghiggia completó para participar en una elección interna de esa otra agrupación, se vio obligado a decir que era «antipolítico».

«Soy antipolítico, no soy político de nadie», dijo, y explicó que firmó una papeleta en respaldo a un dirigente del Partido Nacional de la localidad de Las Piedras de cara a las elecciones internas porque es «vecino y amigo».

En 2012, con 85 años, la vida le dio otra oportunidad a Ghiggia, que sufrió un accidente de tráfico y tuvo que ser sometido a un coma inducido.

«Hizo el gol del Maracanazo y tiene que hacer ahora otro gol más importante», dijo entonces su hijo.

Y lo marcó, otorgando a su existencia una prórroga de tres años que concluyó por un paro cardiaco mientras hablaba de fútbol con su hijo.

EFE
Lavinotinto.com

 

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