El partido es parte del programa de la última jornada del torneo Clausura, definirá al campeón del semestre y a un representante en la Copa Libertadores 2012. Sin embargo, el cotejo entre capitalinos y llaneros puede representar algo más. Es tentador aventurarse al planteamiento de un duelo de estilos, de una encrucijada para la concepción que el venezolano tiene del balompié.
En Venezuela, el esquema imperante, efectivo, utilizado por la amplia mayoría de los equipos, es el 4-4-2. Que se desglosa en dos defensores centrales, dos laterales con o sin salida, dos mediocampistas de marca con o sin desdoble, dos ofensivos habitualmente ubicados por los costados y dos atacantes alternándose dentro o fuera del área contraria.
Caracas ha utilizado ese sistema, con pocas alteraciones, en los últimos años y no ha dejado de estar en el 1-2 de la temporada. Actualmente lo implementa explotando las virtudes de dos volantes que caen por las bandas, Peña y Barahona, y de un jugador dado a estar entre los zagueros contrarios para definir, Cabezas.
Zamora llegó hasta la definición del campeonato arriesgándose con un 3-5-2, que no duda en pasar a formar línea de cuatro si el partido así lo requiere. El elenco barinés juega con tres defensas, dos carrileros, doble cinco, un hombre suelto, Meza, y dos jugadores en punta que se alternan, Copete y Vélez.
Los dibujos tácticos no son estáticos. Lo que varía, lo que puede marcar la diferencia, es la ejecución de los mismos. El conjunto rojo es práctico en esto: verticalidad y rapidez. El blanquinegro apela más a la circulación de la pelota y la ocupación de los espacios para sorprender al contrario.
¿Se enfrenta un equipo que prioriza el resultado ante uno que no sólo quiere ganar sino hacerlo jugando bien? Ambas escuadras van a saltar al césped del Olímpico en pos de los tres puntos para alcanzar el cetro. En el ambiente, pese a que no se quiera admitir, está la sombra de las constantes promesas frustradas de buen espectáculo de los recientes Caracas-Táchira.
Para el cuadro avileño esta definición no es un reto ajeno. La divisa lo ha vivido constantemente, incluso este año, cuando falló ante Vélez en la Copa Libertadores. Para el once zamorano es una oportunidad única de ponerle el acento a un proceso que se hizo un lugar entre los habituales animadores de la campaña y que en su anterior versión, en otra ciudad, no pudo alcanzar el objetivo.
En un momento en el que el fútbol venezolano está ganando un creciente espacio entre el público en general, con aspectos positivos y negativos por igual, un duelo de estas características quizá no sea visto en su justa dimensión. Puede sonar exagerado, pero las consecuencias de los 90 minutos que se jugarán en el parque universitario serán de importancia para el futuro de la disciplina en el país.