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Tour de Francia entrará en su etapa cumbre con mucho que definir

Dos semanas y media después de su inicio en Düsseldorf, el Tour de Francia sube por encima de los 2.000 metros, esas altitudes en las que los organismos se ponen al límite y donde los auténticos escaladores marcan las diferencias.

La ronda francesa reservó la alta montaña para su tramo final, tras haber puesto en su menú puertos más cortos y explosivos y con altitudes más moderadas.

Una novedad en carrera francesa que también apostó por reducir las llegadas en alto, lo que dio como resultado que la recta final se decida con la clasificación general más apretada de la historia.

Entre el maillot amarillo, el británico Chris Froome, y el cuarto, el colombiano Rigoberto Urán, hay solo 29 segundos y hasta el séptimo de la general, el británico Simon Yates, las diferencias son de 2.02.

“Las elevadas altitudes ponen a prueba a los organismos y, con frecuencia, suelen dar como resultado desfallecimientos que suelen abrir más diferencias”, asegura el director deportivo del Tour, Thierry Gouvenou.

Ni en los Vogos, ni en el Jura, ni en Pirineos, ni en el Macizo Central superaron los 2.000 metros que se franquearán en varias ocasiones.

“Es un factor nuevo a tener en cuenta, sobre todo porque los corredores vienen ya con fatiga en las piernas”, sostiene el director del Trek, Alain Gallopin.

Los Alpes son la última ocasión para los escaladores de sacar tiempo a Froome, que a los 18 segundos que saca al italiano Fabio Aru y los 23 que tiene con el francés Romain Bardet suma la teórica diferencia que obtendrá en los 22,5 kilómetros de contrarreloj de la penúltima jornada en las calles de Marsella.

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“Lo van a intentar. Tenemos que estar preparados para los ataques”, indica el líder, que responde así a las declaraciones de Bardet y de Aru, que prometen guerra en cada kilómetro.

En las dos etapas alpinas, el Tour acumula casi el 18 por ciento del desnivel total de la edición, 8.260 metros de los 46.450 totales, lo que añade el factor de la aclimatación al conjunto de dificultades.

“Tener un mal día en estas etapas puede ser sinónimo de minutada en la meta”, asegura el exciclista Jean-François Bernard, que considera “impensable” que no haya etapas.

El excorredor cree que la etapa de mañana, con la meta situada en el descenso del Galibier, “ofrece más terreno para hacer estrategias”.

La etapa es un constante subeibaja que asciende a algunos de los coles que forjaron la leyenda del Tour, la Croix de Fer, el Télégraphe y, sobre todo, el Galibier, la cima de esta edición a 2.642 metros sobre el nivel del mar.

Pero cuando superen esa cota, los ciclistas deberán descender 28 kilómetros más por la vertiente del Lautaret, una bajada técnica hacia Serre Chevalier, a 1.403 metros.

“Este es un Tour con pocas llegadas en alto así que puede ganarse bajando”, señala Bernard. El exciclista francés sostiene que Bardet es el mejor bajador y puede intentar un golpe de efecto en esa etapa.

Los escaladores ya no tendrán más que otra oportunidad de recortar tiempo a Froome, la etapa del jueves, última llegada en alto del Tour, en la estación de Izoard, un ascenso de 14,1 kilómetros con una pendiente media del 7,3 %.

Una etapa que se disputará el día de la fiesta nacional de Colombia, lo que puede dar ideas a los colombianos del pelotón.

EFE
Lavinotinto.com

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