El Gobierno sudafricano levantó la prohibición de organizar torneos internacionales que pesaba sobre la federación de rugby, una sanción dictada hace más de un año para castigar la falta de transformación racial en este deporte emblemático de la minoría blanca del país.
La decisión permitirá a la Unión del Rugby Sudafricano (conocida como SA Rugby) optar a albergar el Mundial de 2023, cuyo país anfitrión se decidirá en noviembre y que Sudáfrica aspira a albergar.
Irlanda y Francia son los otros dos aspirantes a organizar la cita.
El levantamiento de la sanción se debe a las mejoras experimentadas en la promoción de jugadores de color en las estructuras del rugby sudafricano, que ha sido durante décadas el deporte por excelencia de la minoría blanca y uno de los símbolos del nacionalismo afrikáner.
El presidente de SA Rugby, Mark Alexander, se ha felicitado por una decisión que a su juicio reconoce “el trabajo” que el rugby ha hecho para adaptarse “a la Sudáfrica moderna”.
La promoción de jugadores negros y mestizos en los equipos nacionales de deportes tradicionalmente blancos como el rugby o el críquet es una prioridad para el Gobierno de Sudáfrica desde la caída del régimen del apartheid en 1994.
La escasa presencia de jugadores negros en la selección de rugby, los Springboks, en el Mundial de 2015 -22 de los 31 seleccionados eran blancos- provocó fuertes críticas de diversos sectores sociales y políticos.
Muchos sudafricanos negros acusaron al seleccionador de entonces, Heyneke Meyer, de racismo, y a la federación de falta de interés en promover el rugby entre la mayoría negra del país, que supone un 80 por ciento del total de la población.
EFE
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