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La Vinotinto volvió del punto de no retorno

Se le dio tiempo al tiempo. Aunque el camino al Mundial sigue cuesta arriba, tres puntos y una mejor puesta en escena calman las aguas y confirman que el trabajo se está haciendo.

La Vinotinto entendió que el de Chile era un partido de no retorno. Desde el cataclismo ante Colombia, pasando por la apatía ante Paraguay, y hasta el resguardo ante Brasil; en el Olímpico correspondía la apuesta por buscar algo diferente, más osado.

Sin perder el equilibrio, como ha sostenido Peseiro desde hace meses. Esta vez, las palabras se verificaron en la práctica. Sí, fue un duelo de igual a igual con los australes, pero se alternaron más pasajes de dominio que de sufrimiento.

Además, los goles y los cambios llegaron en el momento oportuno. Hubo respuesta en la cancha y al costado de ella. Osorio siguió con su firmeza, mas hacía falta que Rondón marcase, que Machís desequilibrase y que Soteldo fuese un revulsivo. Todo junto. Sin ser a cuentagotas.

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Como parte de un proceso, el duelo del Olímpico también dejó detalles por corregir, especialmente defensivos, en los costados y la zona media. En marzo, aparece la aplanadora ecuatoriana en el horizonte. Las urgencias no desaparecieron por completo porque Venezuela tiene solamente tres puntos y dos goles.

No habrán partidos hasta esas semanas. Es casi un hecho que esto no cambiará. No pueden ser cuatro meses que pasen y nada más. Las recientes giras por el torneo nacional deben profundizarse, los contactos directos con los legionarios, también, y cualquier otro elemento que sume.

2020 cierra para la Vinotinto con los primeros asomos de un cambio, aún no en nombres pero sí en juego. Cambio que tenía un buen rato esperando y que, a partir de la victoria, se da la mano con el incremento de la paciencia. Y con ella la posibilidad de plantarse de cara al resto del continente.

Javier Rivera
Foto: EFE
Lavinotinto.com

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