Mientras en Dallas todo es celebración y en Miami, donde los Heat se dejaron arrebatar el título de campeones, tratan de recuperarse de la frustración de la derrota y de no culpar al alero LeBron James como el único responsable de su derrota, en las oficinas del comisionado de la NBA, David Stern, la actividad es frenética.
Stern y su equipo han visto con satisfacción como el interés de los aficionados por las Finales de la NBA hizo recordar la etapa de Shaquille O»Neal y Kobe Bryant juntos con los Lakers de Los Ángeles, pero también son conscientes de que si no hay un acuerdo para la firma de un nuevo convenio colectivo la competición de la próxima temporada peligra.
El entusiasmo de los aficionados marcha en una dirección muy diferente de lo que piensan los dueños de los equipos y jugadores en cuanto a sus reivindicaciones económicas de cara al futuro.
Los dueños ya han dejado muy claro en todas sus reuniones y el propio Stern lo ha manifestado públicamente, que el actual modelo económico que rige la NBA no puede mantenerse de cara a la firma del nuevo convenio colectivo.
Por su parte los jugadores, a través de sus representantes legales, como el abogado Jeffrey Kessler, consideran que la situación que se puede crear será demasiado extraña como para que los aficionados la puedan entender.
"Incremento de asistencias a los campos, récords de audiencia en la televisión y un entusiasmo como nunca va a ser respondido por los dueños con la postura de que hay que destruir la actual estructura económica si se quiere salvar el deporte", comentó Kessler. "A cambio los jugadores lo único que piden es que les dejen jugar".
La realidad es que nadie puede predecir cuándo podrán tener esa oportunidad.
Después de que los Mavericks lograsen el triunfo el pasado domingo en el sexto partido de las Finales de la NBA por 105-95 ante los Heat para conseguir su primer título en 31 años de historia de la franquicia, el espectáculo deportivo del mejor baloncesto del mundo entró en un receso y la incertidumbre es la nota dominante.
La distancia en las posiciones entre los dueños y los jugadores es demasiado grande como ha quedado demostrado en las negociaciones previas sobre un nuevo contrato colectivo que sustituya al actual que finaliza el próximo 30 de junio.
Cada una de las partes asegura que tiene la intención de llegar a un acuerdo mediante la negociación, pero a la vez denuncian que no existe esa voluntad real.
Los jugadores aseguran que los dueños tienen todo listo para un cierre patronal unilateral si no hay un nuevo convenio, siguiendo el ejemplo del colapso laboral que existe actualmente dentro de la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL).
La última vez que los problemas laborales forzaron un cierre de campos fue en la temporada de 1998-99, en la que no se disputaron 50 partidos de competición y el Juego de las Estrellas, una situación que podría repetirse de nuevo.
Los dueños insisten que esta temporada las perdidas serán superiores a los 300 millones de dólares y la NBA no ha cedido ante los jugadores en su deseo de un cambio significativo en la actual estructura financiera.
Los puntos claves que defienden los propietarios de los 30 equipos están relacionados con la firma de contratos más cortos y con menos garantías para los jugadores.
También quieren reformar el tope de salarios para impedir que los equipos lo superen, como pueden hacerlo ahora en algunas circunstancias, en las que pagan el impuesto de lujo.
Por su parte, Stern afirmó que las nuevas estadísticas y récords de audiencia de televisión en Estados Unidos y toda la buena publicidad que la liga ha recibido no cambian para nada su punto de vista para buscar un arreglo de inmediato.
Además, la NBA sabe que el dinero de los contratos de televisión está asegurado con o sin partidos y el mercado de los agentes libres del año pasado, que generó la llegada de los "Big Three" a los Heat ha reforzado de forma considerable el interés por NBA.
Pero fue precisamente el efecto que han tenido los jugadores libres lo que reforzó aun más el convencimiento de los dueños que quieren cambios porque mientras que los mercados grandes pueden hacer fichajes millonarios, los pequeños quedan fuera de la lucha.
De ahí que busquen una estructura para frenar el gasto con un tope salarial estricto, algo a lo que los jugadores se oponen con rotundidad.
Billy Hunter, el director ejecutivo del sindicato de jugadores, ha sido categórico al calificar las aspiraciones de los dueños de "irreales" y espera que las reuniones previstas para esta semana las posiciones se acerquen.
Sin embargo hasta ahora el verdadero problema ha sido encontrar el punto medio, de no conseguirlo, la NBA será actualidad en los tribunales de justicia como sucede con la NFL.