Italia, primer rival de España en la Eurocopa de Polonia y Ucrania, es un mar de pequeñas dudas que se convierten en un océano cuando faltan pocos días para su estreno contra los hombres de Vicente Del Bosque. Mientras Prandelli siempre ha predicado con el gusto por el buen juego, ahora parece echarse atrás y ante España podría traicionar sus principios.
En Cracovia, lugar de concentración del conjunto transalpino, se puede decir que hay una calma tensa. La tormenta del caso de los amaños en el Calcio parece haber pasado a un segundo plano. Las lesiones, también. Sólo Barzagli está en la enfermería. Antes pasaron por ella Mario Balloteli, Giorgio Chiellini, Christian Maggio e incluso Andrea Pirlo, que dio un pequeño susto en el entrenamiento vespertino del jueves.
Aparentemente esos problemas han desaparecido, pero han podido dejar huella. Por la cabeza de Prandelli planea la posibilidad de cambiar una identidad que le ha dado buenos réditos a lo largo de la fase de clasificación. En ella ganó casi todo (ocho victorias y dos empates), solo encajó un par goles, e intentó que Italia se alejara de ese conservadurismo que tanto utilizó en el pasado, criticado desde fuera y con el que logró ganar cuatro Mundiales de fútbol y una Eurocopa.
Para empezar, el técnico italiano duda en retrasar a Danielle De Rossi a la defensa. Entonces, perdería a un buen futbolista en el centro del campo para jugar con cinco zagueros, tres de ellos centrales y dos laterales.
Pero la presencia del centrocampista en esa zona del césped no es inédita. Luis Enrique en el Roma apostó por colocar de forma esporádica al centrocampista en la zaga y funcionó. «Contra la Juventus jugó ahí y fue el mejor del partido», sentenció Chiellini en rueda de prensa al ser cuestionado por el asunto.
Cerrando la defensa con un jugador con un perfil algo creativo, el puesto que definitivamente certificaría el regreso al «catenaccio» sería para Thiago Motta. Un jugador de destrucción que desplazaría a uno de los dos imaginativos que restan. Riccardo Montolivo o Claudio Marchisio verían el duelo desde el banquillo. Y Andrea Pirlo, el metrónomo de la selección italiana, sería prácticamente el único jugador de guante blanco en las labores de creación.
A uno de los protagonistas de estos cambios, Thiago Motta, no le parecería mal traicionar la idea con la que Prandelli predicó en la fase de clasificación. «La Italia del pasado, la del «catenaccio», ha ganado títulos. En el campo intentaremos hacerlo bien, defensiva y ofensivamente. ¿El juego bonito? Esperamos hacerlo bien, el entrenador siempre lo pide. Pero lo que cuenta es ganar», sentenció Motta.
Diferentes fueron las palabras Prandelli. El día de su presentación lo dejó claro: «Ganar no es suficiente«, dijo. Ahora, cuando se acerca el partido ante España insiste en una idea que puede traicionar. De Rossi en la defensa, con cinco zagueros en vez de cuatro, y Motta en el centro del campo sin Montolivo o Marchisio, sería un síntoma de que la identidad de la «azzurri» se está revisando. Italia llama a las puertas del «catenaccio».
EFE
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