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Gastos millonarios en mantenimiento

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El 11 de junio de 2010 se iluminó por primera vez el estadio Soccer City de Johannesburgo. El gigantesco anfiteatro de 95.000 plazas se llenó para ver la ceremonia inaugural del que sería el evento de mayor proyección para Sudáfrica.

El país invirtió 40.000 millones de rands (4.064 millones de euros) en nuevos aeropuertos, transportes e infraestructuras, de los cuales casi la mitad se emplearon en la construcción y acondicionamiento de diez estadios.

Un año después, Sudáfrica continúa echando cuentas sobre los beneficios de haber organizado el campeonato de fútbol de la FIFA, en un país donde el rugby y el cricket continúan siendo los deportes mayoritarios.

Solo el estadio de Johannesburgo, que acogió la final entre España y Holanda, es rentable económicamente, mientras que el resto de las instalaciones continúan pasando cada mes la factura a la Administración sudafricana.

Los gastos de mantenimiento de las infraestructuras ahogan especialmente a los gobiernos de ciudades pequeñas como Port Elizabeth, en el sureste del país, o Polokwane y Mpulanga, al norte, con campos de fútbol a la altura de las capitales europeas.

Según el semanario sudafricano “Mail and Guardian”, solo tres de los diez estadios del Mundial se llevan al menos 7,5 millones de euros al año del dinero de los contribuyentes.

El más costoso, el de Ciudad del Cabo, cuenta con un presupuesto de unos 4,6 millones de euros (46,5 millones de rands), mientras que las arcas municipales de Mpumalanga afrontan un gasto de 170.000 euros (17 millones de rands) y Polokwane destina 116.000 euros (11,6 millones de rands) para compensar el déficit de explotación.

"Los gastos en estadios hay que verlos en su contexto, porque eran imprescindibles para acoger el Mundial", explicó a EFE Gilliam Saunders, directora de la consultora Grant Thornton, que asesoró al gobierno sudafricano en la planificación del evento.

"La proyección internacional de Sudáfrica, los beneficios en cohesión y orgullo nacional de ser capaces de organizar algo como la Copa del Mundo, y el impacto económico de 350.000 turistas compensan la inversión de estas instalaciones", aseguró Saunders.

"Si miras a otros estadios como Wembley (Londres) y Stade de France (París), con unos dos eventos al mes, ves que en Johannesburgo y Ciudad del Cabo estamos cumpliendo con esos niveles; pero todas ellas son infraestructuras que no están hechas para ganar dinero", dijo Grant Thornton.

Stadium Management South Africa (SMSA) ha logrado encontrar una vía de negocio para el estadio de Johannesburgo, con la organización de conciertos, competiciones deportivas, acontecimientos religiosos y visitas turísticas.

Durante el pasado año, 40.000 visitantes recorrieron las gradas y el césped del estadio que vio a España ganar su primer Mundial, en la final del pasado 11 de julio.

El “Green Point” de Ciudad del Cabo, sin embargo, continúa buscando una empresa privada que gestione las instalaciones, después de que la anterior concesionaria renunciara al contrato por "errores de cálculo de costes e ingresos", según manifestó a la prensa sudafricana uno de sus directores.

"Los estadios de ciudades pequeñas seguramente nunca lleguen a ser rentables y serán un gasto para los ayuntamientos", reconoce Gillian Saunders. "Pero eso es lo que hacen los gobiernos; hay muchas infraestructuras que no dan beneficios y, sin embargo, se mantienen porque reportan otro tipo de beneficios a los ciudadanos".

El Ministerio de Turismo de Sudáfrica informó de un aumento de visitantes durante el año 2010 de un millón de personas, de las cuales solo 350.000 acudieron para ver el Mundial, lo que implica, según el departamento, que 650.000 turistas conocieron el país gracias a la celebración del evento.

"No podemos saber cuáles han sido los beneficios reales para la economía, pero quizá esa sea la razón de que Walmart (mayor cadena de venta minorista del mundo) o el banco HSBC hayan anunciado intención de instalarse aquí", aseguró Saunders.

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