Las selecciones de Estados Unidos y España buscarán, en el Mundial de baloncesto, ser protagonistas de la final que todos vaticinan de antemano y que intentarán reventar equipos como Serbia, Argentina, Lituania o Brasil que aparecen un peldaño más abajo en los pronósticos pero que pueden dar la sorpresa.
Hablar de un mano a mano entre la selección estadounidense y la española no pasa de ser una declaración de intenciones, porque un Mundial con 24 equipos participantes es una gran competición en la que todo puede pasar.
En la primera fase, con cuatro grupos de seis equipos y cuatro plazas para jugar los octavos de final, está permitido algún fallo, pero después, en los cruces, hay que ganar a cuatro rivales para subir a lo más alto del podio y el fallo se penaliza con el adiós definitivo al Mundial.
Estados Unidos tiene bajas importantes, pero mantiene intacto su favoritismo. Campeón Olímpico y Mundial, hace tiempo que el Team USA es consciente de que las diferencias con el resto del mundo cada vez son más cortas y que debe poner todo su talento físico y baloncestístico para poder ganar la medalla de oro.
Las ausencias de Kevin Durant, Kobe Bryant, LeBron James, Blake Griffin, Paul George, Dwyane Wade, Kevin Love, Russell Westbrook o Kawhi Leonard, por lesión o por decisión propia, son de peso, sin duda, como también es cierto que el equipo estadounidense sigue siendo el mejor.
Jugadores como James Harden, Derrick Rose o Stephen Curry crecerán en protagonismo y tendrán sobre sus hombros la responsabilidad de salvar el honor de su selección.
España, por el contrario, cuenta con todos sus mejores jugadores y conforma una selección potente, conjuntada, con calidad, con altura, con técnica, con ganas, con imaginación, con rebote, con tiro, con defensa y con hambre de títulos. Máxime jugando en casa y con el apoyo de las gradas.
Serbia lleva varios años navegando entre la clase media europea, pero la llegada de Aleksander Djordjevic al banquillo ha supuesto toda una revolución y entrar de lleno en el grupo de favoritos. La calidad de los serbios está fuera de toda duda y si alguien es capaz de reconducirla, vía disciplina o carisma, ese es Shasha.
Argentina también aspira a medalla, aunque la baja de Manu Ginobili, y en menor medida de Carlos Delfino, es un auténtico obús a la línea de flotación de un equipo que sabe competir, que tiene munición con Luis Scola, Andrés Nocioni y el recuperado Walter Hermann, pero que puede acusar el cansancio al final.
Brasil también quiere destacar y lo hace con casi la misma selección que brilló en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 más la aportación de su buque insignia en la NBA, Nene Hilario. Con Hilario, Splitter, Varejao, Barbosa y Huertas pueden dar un susto a cualquiera en cualquier momento.
La Lituania de Arvydas Sabonis, que hace y deshace en la federación de baloncesto de su país, también se cuela entre los favoritos, más que como bronce en el pasado Mundial por haber ganado 12 de los 14 partidos de preparación que ha disputado. Con Jonas Valanciunas como faro guía y con calidad y altura para dar y tomar, habrá que contar con ellos.
Quien tendrá más problemas será la vigente campeona de Europa, Francia. Las bajas voluntarias de Tony Parker y Joakim Noah más la obligatoria por lesión de Nando de Colo, dejan a los “bleu” disminuidos con Nicolas Batum y Boris Diaw como primeros espadas.
Nueve partidos en poco más de dos semanas es una dura prueba a superar. Las lesiones, el cansancio, un mal día, o uno bueno del rival, pueden acabar con el trabajo y las esperanzas de cualquiera.
Y sólo habrá un campeón, el que sea capaz de superar a todos sus rivales y a todas las adversidades.
EFE
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