Cristiano Ronaldo, el indiscutible líder de Portugal, la actual campeona de Europa, desafía a la selección española en el grupo B del Mundial de Rusia 2018, las dos favoritas y destinadas a un previsible pulso por la cima, sin distracciones posibles frente a Irán, entrenada por Carlos Queiroz, y Marruecos.
Sin la condición de cabeza de serie en el sorteo de Moscú, la campeona mundial en 2010, eliminada en la primera fase en la anterior cita intercontinental de Brasil 2014 e invicta en la nueva era con Julen Lopetegui esquivó a Alemania, Argentina, Brasil o Francia, incluso hasta en el posible cruce de octavos de final; un añadido que deja una sensación satisfactoria para España.
No evitó a Portugal ni a su estrella: Cristiano. El goleador total, el mejor futbolista durante los dos últimos años en la votación de “The Best” de la FIFA, el último Balón de Oro, es el referente sin matices de Portugal, el mejor de todos sus compatriotas que conforman un equipo sorprendente en la pasada Eurocopa de Francia, de la que paso a paso terminó siendo campeona.
Dirigida desde el banquillo por Fernando Santos, el hombre que transformó un sueño en realidad hace año y medio en Francia, su equipo dispone de más nombres sobresalientes en el fútbol actual: Gonçalo Guedes, una de las sensaciones este curso en la Liga, Andre Silva o Bernardo Silva, que multiplican el nivel del combinado.
Es la quinta fase final mundialista consecutiva para Portugal, tercera ahora en el ránking FIFA y cuya mejor marca en esta competición data de 1966, cuando fue tercera, mucho más lejos de donde terminaron sus dos anteriores Mundiales: en Sudáfrica 2010 fue eliminada por España en octavos; en Brasil 2014, en la primera fase.
La Portugal de Cristiano es la inquietante amenaza que aparece en el horizonte veraniego para España, que, aún así, es la favorita. El grupo entrenado por Lopetegui tiene más talento, más potencial, más títulos y más experiencia, arropado además por esa evolución que se propuso el técnico y por los resultados; sin derrotas hasta ahora.
El estreno será precisamente contra Portugal, el día 15 de junio en Sochi; un duelo que, desde luego, marcará el grupo para bien o para mal, para la obligación de ganar los dos siguientes encuentros o para sentir la calma de haber sumado ya tres puntos, antes de medirse a dos selecciones de menor nivel, pero competitivas.
Una es Irán, entrenada por Carlos Queiroz. La primera selección asiática que logró el billete para Rusia 2018, la segunda del mundo después del anfitrión, encara su segunda participación consecutiva de la fase final del torneo, la quinta de su historia, con ambición. “Mi reto es pasar la fase de grupos. No vamos a Rusia de turismo”, advertía el técnico, ante su cuarto Mundial como seleccionador.
27 victorias en los 38 encuentros que jugó desde su eliminación en la primera ronda del Mundial de Brasil 2014, con sólo dos derrotas y con una secuencia de diez triunfos en sus diez duelos más recientes, realzan esa afirmación. Sardar Azmoun, delantero del Rubin Kazan, es su referencia ofensiva, con 22 goles en 30 choques.
Irán será el segundo rival de España en Rusia 2018, el 20 de junio en Kazan; el tercero, el 25 de junio en Kaliningrado, será Marruecos, clasificado como líder de su grupo en África, por delante de Costa de Marfil y con una sola derrota, ante Guinea Ecuatorial, en sus ocho choques de las dos rondas previas que disputó.
Su entrenador, el francés Hervé Renard, el único técnico que ganó dos Copas de África, una con Marruecos, en 2015, y otra con Zambia, en 2012, le ha guiado veinte años después a un Mundial. No aparecía en el torneo de los torneos la selección marroquí desde 1998. Jugó cuatro. Su mejor marca: los octavos de 1986.
Ahora asume de nuevo ese desafío con futbolistas como el mediapunta del Ajax Hakim Ziyech, el defensa de la Juventus Medhi Benatia y los mediocampistas Sofiane Boufal (Southampton) o Fayçal Fajr (Getafe), mientras crecen en sus filas el lateral del Real Madrid Achraf Hakimi o el portero del Girona Yassine Bounou.
EFE
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