El viernes se cumplirán dos años del paso atrás que Joseph Blatter dio al dejar la presidencia de la FIFA, decisión que pretendía zanjar una crisis de credibilidad sin precedentes en la organización, aunque lo que hizo fue abrir una caja de truenos que no deja de hacer ruido.
Desde entonces, hasta ahora Blatter apenas se ha dejado ver. Solo para presentar su biografía, para asegurar que tiene “la conciencia limpia” y para ir al TAS a intentar sin éxito reducir su sanción -seis años- y defender a Michel Platini, arrastrado en su caída.
Pero la ramificación del llamado “FIFA-Gate” sigue imparable. Son más de cuarenta los implicados en sobornos y casos de corrupción, entre los que algunos han admitido su culpa, mientras se la espera el juicio en Estados Unidos.
La fecha del mismo aún sigue en el aire. Puede empezar a principios de otoño o quizá más tarde, pero en el banquillo habrá un gran número de personas, especialmente poderosas tiempo atrás, hasta hace dos años, cuando la madrugada del 27 de mayo de 2015, se detuvo a siete directivos de FIFA en un lujoso hotel de Zurich.
Allí la FIFA iba a celebrar su Congreso dos días después y lo celebró. Blatter, presidente desde 1998, fue reelegido también, pero renunció antes de una semana.
La vorágine imparable de los primeros días siguió durante meses, tantos que ya han pasado 24 y la mancha no deja de extenderse. El enorme borrón ha alcanzado lugares remotos y nombres inimaginables.
Entre los más recientes el del expresidente del Barcelona español Sandro Rosell, en prisión desde el 25 de mayo por liderar una organización criminal destinada al blanqueo de capitales, al menos 15 millones de euros, antes de presidir el club.
Su relación se debe a que parte del dinero procedía de la venta de los derechos televisivos de partidos de la selección de Brasil, negociados con el expresidente de la Confederación Brasileña, Ricardo Teixeira (1989-2012), por lo que la Fiscalía de Nueva York envío a Madrid una disposición rogatoria. Teixeira lo niega todo.
Otro chispazo de hace días fue la admisión de culpabilidad del presidente de la Federación de Guam, Richard K. Lai, que salpicó al jeque de Kuwait miembro del COI y presidente de la Asociación de Comités Olímpicos Nacionales (ACNO), Ahmad Al-Fahad Al-Sabah
Lai aceptó sobornos de 100.000 dólares y 850.000 dólares de oficiales de FIFA de Asia para ayudarles a identificar a otros para sobornar. Al Sabah dimitió del Consejo de FIFA el 30 de abril.
Como en casos similares, la Comisión de Ética suspendió a Lai a la espera de resolver un expediente que puede ser parte del centenar que dicen haber dejado abiertos quienes fueron relevados hace días como sus responsables, pese a que la FIFA da por completada su investigación interna por corrupción.
Estas versiones enfrentadas apuntan todavía a falta de serenidad, pese al nuevo presidente y todos sus cambios. Entre ellos los de los responsables de esta Comisión, el suizo Cornel Borbely y el alemán Hans-Joachim Eckert, que dieron un portazo al salir. “Nuestro relevo solo puede ser intencionado políticamente” dijeron.
También hace un año, en el primer congreso que presidió Infantino, resonó la dimisión del italiano Domenico Scala, presidente de la Comisión de Auditoría y Conformidad.
Scala se por discrepancias con una frustración parecida o quizá mayor que la del exfiscal estadounidense Michael J.García, alguien que dimitió antes de estallar la crisis también por discrepancias.
García presidió la cámara de instrucción de la Comisión de Ética y elaboró un informe sobre la concesión de los mundiales de 2018 y 2022 a Rusia y a Catar. Cuando la FIFA le impidió publicarlo íntegro dijo que “ningún comité independiente, investigador o panel de arbitraje puede cambiar la cultura de una organización”.
Después dimitió y meses más tarde empezó todo. Todo eso que todavía no se ha aclarado y que mezcla sanciones, extradiciones y acusaciones de soborno, que algunos niegan y otros han admitido.
Nombres como Nicolás Leoz, en arresto domiciliario desde 2015, Eugenio Figueredo, Rafael Esquivel, Héctor Trujillo, Rafael Callejas, Jeffrey Webb, José María Marín y Juan Ángel Napuot están en el dossier.
En el origen del mismo está la demanda penal que la FIFA presentó en 2014 por posible gestión desleal en la elección de Rusia y Catar cuatro años antes. La Fiscalía Suiza empezó a tirar de un hilo que no deja de extenderse en un deporte empeñado en pecar de limpio.
EFE
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