Los favoritos del Tour de Francia que comienza el sábado en Leeds coinciden en que la última semana de carrera, con tres etapas en Pirineos y la crono del penúltima día, serán los jueces de la carrera, si bien la quinta etapa de pavé está metiendo en miedo en el cuerpo con nueve tramos adoquinados que pueden causar más de un disgusto.
Todos los candidatos a la general se han preocupado en ir a inspeccionar los caminos de piedra que completarán 21 kilómetros de la París Roubaix incluidos en la quinta jornada, pero hasta la décima jornada no se van a encontrar con la presencia de la montaña, este año con la inclusión de los Vosgos y los Alpes antes de Pirineos.
El festivo 14 de julio inaugurará la gran montaña con la cima de La Planche des Belles Filles, donde el británico Chris Froome se llevó la victoria en 2012. Tras una jornada de descanso llegarán los finales en alto de Chamrousse y Risoul (etapas 13 y 14), con los que se cerrará el trayecto por los Alpes, en esta ocasión sin Alpe D’Huez.
Espera una interesante y decisiva tercera semana en Pirineos.
Tres desafíos por todo lo alto. La decimosexta etapa con final en Bagneres de Luchon incluye cinco puertos, los más importantes el Portet d’Aspet y el Port de Balés, de categoría especial, con la cima a 20 kilómetros de meta.
Las dos siguientes terminan en las cimas de Pla D’Adet y Hautacam. La 17a con el Portillon, Peyresourde y Val Louron y la 18ª con el mítico Tourmalet antes del ascenso final. Punto y final para los escaladores ante la cronometrada del último sábado en Perigueux, donde se coronó Miguel Indurain en la edición de 1994.
EFE
Foto: letour.fr
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