La gran mayoría de los jugadores que formaron parte del once que labró el llamado Centenariazo siguen en el fútbol profesional, aunque alejados de la selección mayor. Uno de ellos es Luis Vallenilla, lateral de Mineros, quien acumuló una amplia trayectoria en el cuadro nacional y considera ese episodio como el más resaltante que pudo vivir en él.
“Fue un partido que nos marcó a los jugadores y al país. Al momento de llegar a Uruguay, el técnico de ellos, Juan Ramón Carrasco, decía cosas feas de la selección, lo que nos dolió. Esa rabia que nos dio se demostró en la cancha, fue el mejor partido que tuvo la Vinotinto”, recordó el defensa.
Venezuela arribó aquel 31 de marzo de 2004 al estadio Centenario de la capital charrúa en la quinta posición de la eliminatoria mundialista, el que daba el puesto al repechaje ante el ganador de Oceanía. El triunfo ante el elenco sureño dejó al equipo en el inédito cuarto lugar, que entregaba el pasaje directo a Alemania.
“La gente estaba motivada por lo que venía haciendo la selección, no queríamos defraudarla en medio de una racha positiva. Fuimos a Uruguay con humildad pero expectativa por lo que se venía haciendo. Hubo unión, se puso fútbol en la cancha y se logró algo que no se va a olvidar”, evocó el jugador, quien militó en las ligas de Argentina, Ecuador y Chipre.
Con goles de Gabriel Urdaneta, Héctor González y Juan Arango, la Vinotinto sumó su tercera victoria consecutiva en aquella eliminatoria. El inolvidable logro en el conocido como Monumento al Fútbol no fue acompañado de resultados vitales durante 2005 y se saldó con la eliminación del Mundial.
“Al cantar el himno nos irrespetaron, no valoraron al país, lo gritaron, decían groserías. Eso nos dolió a cada uno de nosotros, nos dio mucha fuerza para ganar. Además, la inteligencia de Richard Páez, lo que nos dijo… salimos pensando que éramos los mejores y que podíamos hacer los que nos pidiesen en la cancha”, rememoró Vallenilla.
Ese pensamiento se reflejó en el terreno de juego y al culminar el compromiso, en un Centenario semivacío aunque aplaudiendo de pie, Venezuela había escrito una de las páginas más memorables de su deporte. Hace siete años atrás.