La selección de Ecuador, con su seleccionador nacional Reinaldo Rueda al frente, aterrizó en la ciudad brasileña de Porto Alegre en cuyo aeropuerto le esperaba una decena de aficionados.
El sueño de los futbolistas del Tri ha empezado. Ha llegado la hora de la verdad para el conjunto sudamericano, que por fin ha pisado la tierra que acogerá un Mundial en el que esperan hacer historia.
Pasar de los octavos de final, su barrera histórica que alcanzaron en Alemania 2006, será el reto que afrontarán unos hombres que volaron desde Quito hasta Porto Alegre e hicieron una escala en Bolivia. En total, dos vuelos que sumaron casi ocho horas.
Entre unas medidas de seguridad espectaculares, con una treintena de policías antidisturbios, perros, un helicóptero, escolta policial y hasta miembros del Ejército brasileño, la expedición sudamericana aterrizó en Porto Alegre visiblemente cansada.
Del avión pasaron directamente al autobús y, después de veinte minutos parados para ordenar toda la documentación y colocar en el maletero todo el equipaje, salieron directamente hacia el complejo de Vila Ventura, situado en la localidad de Viamao, a 30 kilómetros de la capital del estado de Río Grande do Sul.
Allí comenzarán a entrenarse para preparar en tierras brasileñas el primer encuentro que disputará Ecuador ante Suiza. Lo harán después de una jornada agotadora, que comenzó a primera hora de la mañana en Quito y acabó a última hora de la tarde, ya de noche cerrada, en Porto Alegre.
La selección que dirige Reinaldo Rueda salió de Ecuador con una hora de retraso. Antes de partir hacia Brasil fueron despedidos por cientos de aficionados que animaron a sus jugadores para que completen un buen campeonato.
Después de ese pequeño baño de masas, el avión entró en la pista entre dos grandes chorros de agua que homenajearon a un equipo que paró en Bolivia antes de llegar a Brasil.
Allí, pocos aficionados esperaron a sus ídolos. Uno de ellos, un ecuatoriano afincado en Porto Alegre, se mostró optimista con su selección. «Creo que esta vez vamos a pasar de octavos de final. He venido al aeropuerto a recibir a unos futbolistas que creo que van a hacer historia. Tengo esperanzas de ello», aseguró.
Los pocos hinchas ecuatorianos que recibieron a los hombres de Rueda iban ataviados con los símbolos de su país. La bandera de Ecuador envolvía a cada uno de los aficionados sudamericanos, que la ondearon al viento cuando el autobús pasó de largo rumbo a Viamao.
Detrás del conductor estaba Reinaldo Rueda, comandando una expedición en la que también se encuentra Segundo Alejandro Castillo, que se perderá el Mundial por lesión pero que arropará a todos sus compañeros para cumplir un sueño: romper la barrera de los octavos de final.
EFE
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