El británico Chris Froome (Sky) conquistó el primer Giro de Italia de su carrera, al defender su ventaja de 46 segundos sobre el holandés Tom Dumoulin (Sunweb) en la última etapa, una prueba en línea de 115 kilómetros en el centro de Roma.
Froome obtuvo la confirmación matemática de su triunfo a falta de más de 55 kilómetros para el final, ya que la prueba de este domingo tuvo una neutralización de siete de las once vueltas al circuito inicialmente previstas, a petición de los corredores.
El grupo consideraba demasiado peligrosas las condiciones de las céntricas carreteras de la capital italiana, por lo que la dirección de la carrera cerró oficialmente el cronómetro de la general tras las primeras tres vueltas.
Con Froome ya virtualmente campeón, se abrió una intensa pelea para hacerse con la victoria de etapa, en la que se impuso al esprint el irlandés Sam Bennett (Bora Hansgrohe), por delante del italiano Elia Viviani (Quick-Step).
Más de diez minutos después de la llegada de los velocistas, Froome cruzó la línea de meta abrazado con sus seis compañeros del equipo Sky y le dio a Gran Bretaña la primera victoria en la historia del Giro de Italia.
La etapa de este domingo preveía diez vueltas de 11.5 kilómetros en el centro de la capital, con salida y llegada en la calle de los Foros Imperiales, a pocos metros del Coliseo, y con un trayecto que tocaba el Circo Máximo y la Plaza del Popolo, entre otros sitios símbolo de la ciudad.
Froome llegaba a Roma tras dar un golpe en la mesa en este Giro en la decimonovena etapa, en la que atacó a 82 kilómetros de la línea de meta, en la subida al icónico Colle delle Finestre, y arrebató la «maglia» rosa al británico Simon Yates.
El único que seguía a contacto con el británico era Dumoulin, pero la vigésima etapa, la última de montaña disputada entre Susa y Cervinia, vio a Froome ampliar a 46 segundos su ventaja sobre el holandés.
La última etapa, como se esperaba, favoreció a los velocistas, con Viviani que necesitaba defender la camiseta «ciclamino» de la presión de Bennett; el italiano no pudo triunfar en la prueba, pero sí defendió su título de mejor velocista.
Sin embargo, el grupo estuvo muy compacto en los primeros treinta kilómetros y a los corredores les costaba apretar a causa de las condiciones de las carreteras romanas, cuyos agujeros provocaron varios problemas a las ruedas de las bicicletas.
Tras unos momentos de incertidumbre general, en los que Froome informó a los directores de la carrera de la voluntad de los corredores de reducir el trayecto, se decidió parar el cronómetro de la clasificación general al finalizar la tercera vuelta.
Así, el británico del equipo Sky obtuvo la confirmación matemática de su triunfo a falta de 55 kilómetros para el final de la etapa, lo que hacía para él intrascendente el resultado de las últimas siete vueltas.
Froome controló el ritmo de su pedalada y se quedó en un pelotón del que gradualmente iban alejándose los velocistas, con el danés Christopher Juul Jensen y el ruso Vjaceslav Kuznecov que se pusieron el mando.
Sin embargo, todos los velocistas más esperados llegaron igualados al último kilómetros y allí Bennett y Viviani empezaron un intenso pulso del que salió ganador por pocos centímetros el corredor irlandés.
Fue una gran satisfacción personal, aunque no fue suficiente para arrebatar al campeón olímpico italiano la «maglia ciclamino».
La foto final de la 101 edición del Giro la protagonizó Chris Froome, que llegó a la línea de meta abrazándose con sus seis compañeros
Es la sexta corona en una grande vuelta para Froome, tras los cuatro Tours de Francia (2013, 2015, 2016 y 2017) y la Vuelta a España de 2017.
Su triunfo en la Vuelta, sin embargo, está sujeto a revisión, ya que Froome está bajo investigación tras dar positivo por salbutamol en la carrera española.
EFE
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