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Brasil, un país de diversidades

En una verdadera odisea dentro de un país “continente” como Brasil, el “Brazuca”, el balón oficial del Mundial 2014, viajará por una extensa y diversa geografía en la que se deparará con el frío sureño, las playas tropicales, la selva amazónica y el concreto de las urbes de las doce sedes mundialistas.

Más allá de los problemas con los atrasos para terminar los 12 estadios mundialistas, algunos considerados como “elefantes blancos” por ser construidos en regiones con poca tradición futbolera, la diversidad cultural, gastronómica y las bondades geográficas del país se mezclarán durante un mes con el mundo del balón.

El vigésimo mundial se disputará en siete estadios nuevos y otros cinco remodelados, a un costo total de 3.500 millones de dólares.

Sedes como Sao Paulo, que acogerá seis partidos, entre ellos el de apertura del 12 de junio entre las selecciones de Brasil y Croacia; Curitiba, también escogida por el campeón España para montar su cuartel, y Porto Alegre, trabajan a contrarreloj para terminar sus escenarios.

Cuiabá, Manaos y Natal, también las más criticadas por su poca tradición futbolera, tuvieron que acelerar los trabajos y cumplir con los plazos de entrega exigidos por la FIFA.

Las otras seis sedes (Brasilia, Río de Janeiro, Fortaleza, Salvador, Recife y Belo Horizonte) ya habían cumplido ante el organismo rector del fútbol mundial en junio de 2013 con la realización de la Copa Confederaciones.

Las obras en los estadios dejaron hasta ahora ocho operarios muertos en las plazas de Sao Paulo, Brasilia, Manaos y Cuiabá, estas dos últimas consideradas como las capitales “verdes” del torneo y con una gran parte de su población de origen indígena.

El torneo unirá urbes tan distantes y diferentes como las sureñas y frías Porto Alegre y Curitiba, ésta última considerada como la capital “más europea” de Brasil; destinos turísticos tropicales de sol eterno, como Fortaleza, o una gran ciudad enclavada en la selva amazónica como es Manaos.

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Brasilia, la capital del país, que, con un diseño futurista, fue inaugurada en 1960 en las planicies del centro del país, es otra de las sedes que no tienen mucha historia dentro del universo futbolístico brasileño.

Cuiabá es la capital de la pujante región agrícola de Mato Grosso, gran productor de soja, y está relativamente cerca del Pantanal, unos humedales en la frontera con Bolivia y Paraguay que albergan la mayor diversidad de fauna del planeta.

Manaos es una metrópoli industrial de dos millones de habitantes en pleno corazón de la selva amazónica, en la confluencia de los ríos Negro y Amazonas, y con un clima extremadamente caluroso y húmedo.

A 4500 kilómetros de ahí, en el sur, el “Brazuca” se encontrará con las raíces europeas del sur del país, donde la temperatura podrá rozar los ceros grados centígrados, o con el clima templado de Belo Horizonte y Sao Paulo.

Así, de una manera diferente el Mundial se vivirá en ciudades como Sao Paulo, Río de Janeiro, Belo Horizonte, Curitiba y Porto Alegre, tradicionales plazas del fútbol brasileño, a las que se suman plazas con grandes “torcidas” (aficiones) como Recife y Salvador.

En Río de Janeiro, el Maracaná, que recibió a cerca de 200000 espectadores en la célebre final del Mundial de 1950 ante Uruguay (1-2), acaba de ser totalmente remodelado, con lo que su aforo se redujo a 78639 asientos.

La otra gran capital del fútbol de Brasil es Sao Paulo, una metrópoli cosmopolita, polifacética y vibrante de 20 millones de personas, donde conviven clubes gigantes como el Corinthians, el Palmeiras, el Sao Paulo y el vecino Santos.

Su estadio mundialista, con una capacidad de 68000 espectadores y uno de los pocos que no sigue el diseño oval del Maracaná, recibe estos días los últimos retoques antes de su inauguración.

El noreste del país, zona de clima cálido todo el año y de playas kilométricas y deslumbrantes, es la zona con más sedes, cuatro en total: Recife, Fortaleza, Natal y Salvador, esta última capital de Bahía y conocida por ser meca de la cultura afrobrasileña.

EFE
Lavinotinto.com

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