La actitud característica de Venezuela en esta Copa América quedó de manifiesto en la postrera jugada que permitió el empate ante Paraguay cuando todo indicaba que iba a encajar su primera derrota en el actual torneo.
Con la clasificación asegurada, el cuerpo técnico nacional decidió aplicar variantes con la finalidad de descansar piezas y evitar incómodas suspensiones para los cuartos de final. De esta manera, ante un equipo que no tenía mañana, se le dio la responsabilidad creativa a dos jóvenes talentosos pero sin el recorrido necesario para asumir el compromiso.
El tempranero gol de José Salomón Rondón junto al juego y don de mando de Tomás Rincón hicieron que esto no pesase mucho, ya que la Vinotinto dominó las acciones durante amplios tramos del primer tiempo, con un adversario que intentó obtener el tanto que les diese la clasificación con más ganas que ideas. No obstante, aprovechando un error de marca, lo alcanzó.
En la segunda etapa, Paraguay fue más claro en su propuesta, consiguió estabilidad con los cambios y de nuevo aprovechó el descuido defensivo criollo en la pelota detenida para remontar el marcador. En ese momento, la selección estaba perdiendo la posición de privilegio y corría el riesgo de caer hasta el tercer lugar del grupo, ya sin el arco imbatido y sin la posesión del balón.
Sin embargo, el tercer gol relajó al elenco guaraní. Adicionalmente, los ingresos de Juan Arango y Nicolás Fedor le dieron otra cara al ataque nacional y se obró la gesta. Miku Fedor culminó una precisa jugada en el área albirroja y el doble cabezazo de Renny Vega, portero devenido en atacante, y Grenddy Perozo selló el empate definitivo en la última pelota de la noche.
En lo anímico, Venezuela atraviesa un momento magnífico. Esto se ha combinado con el orden y el buen estado físico. De una inconsciente confianza, el equipo pasó al coraje para remontar el resultado. La lección queda, el fútbol es de detalles como los tres que costaron anotaciones en contra, los que no permitieron que ganase el grupo con todo a favor.
En los cuartos de final, una instancia que no es inédita para la Vinotinto, lo aplicado en la primera fase tiene que potenciarse. Serán pocos días de preparación, con un viaje en el medio, pero lo mostrado hasta ahora le permite enfrentar los próximos 90 minutos con la idea de que puede seguir escribiendo una de las mejores páginas de su historia futbolística.
