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Peñaranda se ha convertido en la tabla de salvación del Granada

El joven jugador venezolano del Granada Adalberto Peñaranda se ha convertido en la tabla de salvación del técnico rojiblanco, José Ramón Sandoval, y en una de las sensaciones ligueras en las últimas semanas, al romper varios récords de precocidad con los dos goles firmados el sábado ante el Levante.

El doblete de Peñaranda, que sirvió para que su equipo ganara 1-2 un partido trascendental en el estadio Ciudad de Valencia, le sitúa como el jugador extranjero más joven (18 años y medio) en lograr dos goles en un mismo partido de Primera, superando en 24 días la marca que hasta ahora ostentaba el argentino Leo Messi.

El delantero nacido en la pequeña localidad de El Vigía, en el estado Mérida, también es ya el futbolista más joven en la historia del Granada tanto en debutar como en marcar en la máxima categoría, y el jugador con menos edad en firmar un doblete en el último lustro de la competición liguera.

Peñaranda se ha apuntado todas estas plusmarcas de precocidad con los dos bellos tantos que marcó ante el Levante, ambos en acciones personales que son una fenomenal carta de presentación de sus principales cualidades: velocidad, potencia, buen disparo, calidad técnica y capacidad para el desequilibrio y el gol.

El sudamericano llegó a España el pasado verano como una más de esas muchas promesas que cada año fichan el binomio Udinese-Granada.

Lo hizo procedente del Deportivo La Guaira venezolano y con un currículum en el que aparecían poco más de treinta partidos en la máxima división de su país y apariciones internacionales con la selección Vinotinto sub-17 y sub-20.

Su destino en el Granada, con el que firmó por cinco años, estaba inicialmente en su equipo juvenil, pero con entrenamientos regulares y posibilidad de jugar en su filial de Segunda B.

Desde el primer momento convenció a José Miguel Campos, técnico del filial, a base de goles y destellos individuales, lo que llamó la atención del entrenador del primer equipo, José Ramón Sandoval.

El técnico madrileño, que estaba contra la espada y la pared por los malos resultados, apostó por el joven atacante venezolano en el pasado parón liguero, justo tras la derrota del Granada ante el Rayo Vallecano y antes del decisivo partido en casa frente al Athletic.

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Solo unos entrenamientos bastaron a Sandoval para entender que Peñaranda era la solución futbolística a la que debía agarrarse. Fue titular ante el Athletic, quitándole el sitio a fichajes estrellas del verano y a vacas sagradas del vestuario como el congoleño Thievy Bifouma, el uruguayo Nico López, Francisco Medina ‘Piti’ o Rochina.

Como delantero o en banda, teniendo más o menos brillo y acierto, el venezolano ya no ha salido del once y ha sido titular en los cinco últimos partidos del Granada, cuatro de Liga y uno de Copa.

Fan de los brasileños Ronaldinho, en su infancia, y Neymar, en una adolescencia de la que disfruta a miles de kilómetros de su casa, Peñaranda es tímido, muy religioso y hogareño, agradeciendo siempre todo lo bueno que le pasa a Dios y a su familia.

El ‘chamo’, como se conoce a los jóvenes de su edad en una Venezuela que le guardó sitio el domingo en las portadas de casi todos sus periódicos nacionales, ha vivido en los últimos años dos episodios que pudieron cambiar su vida.

En febrero de 2013, cuando aún no había cumplido 16 años, estuvo varios días entrenándose con el Real Madrid al ser uno de los tres venezolanos elegidos en el denominado Campamento PAN, que permitía a jóvenes valores sudamericanos probar en la cantera blanca gracias a un acuerdo de colaboración entre Empresas Polar y el club merengue.

Ya entonces declaraba a los medios de su país que eso era lo que él quería y se marcaba como metas a medio plazo jugar en Europa y poder debutar con la selección absoluta de su país.

Los sueños que ahora empieza a cumplir estuvieron a punto de truncarse hace ocho meses, cuando en Caracas tanto él como su compañero de equipo Charlis Ortiz fueron tiroteados a la salida de un local de ocio, horas después de haber jugado con el Deportivo La Guaira un partido de Liga frente al Deportivo Táchira.

La fortuna quiso que el disparo que recibió Peñaranda en un muslo tuviera orificio de salida, por lo que resultó herido leve y pudo recuperarse en casa tras pasar solo unas horas en el hospital. Su compañero también salvó la vida, a pesar de que tuvo que ser operado tras ser alcanzado en el brazo y en el pecho por dos tiros.

Sandoval ha dicho de Peñaranda que ha derribado la puerta del primer equipo y que él solo se ha puesto en el once por su trabajo, entrega y aportación.

Es el ‘chamo’ Adalberto, el venezolano que bate marcas de precocidad en la exigente Liga española y una de las grandes esperanzas a futuro de la Vinotinto.

EFE
Lavinotinto.com

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