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José Souto, el abuelo de Venezuela

Es su mayor fan, en todos los sentidos. Pero también el más exigente. José Souto tiene 77 años, pero peleó para encontrar ese vuelo que le permitiese seguir a su nieta, la defensora venezolana Verónica Herrera, en la Copa Mundial Femenina Sub-17 de la FIFA Costa Rica 2014.

“Valió la pena”, aseguran tanto el abuelo como la mamá, María del Carmen, que ya lamenta tener que regresarse el domingo. El trabajo obliga y no podrá ver a su niña jugar los cuartos de final. Don José piensa quedarse. “Yo fui quien le enseñó a patear el balón”, dice orgulloso. “A ella y a su hermano, que es portero como lo fui yo”. Un hermano, Alejandro, que se puso un poco celoso cuando Vero llegó a la selección nacional, pero que ahora la apoya fieramente.

“Ay, me lo rompían todo en la casa”, apunta la madre, pero ya esos vidrios rotos no importan. Pesa más la emoción de ver a su pequeña, una de las más chicas del vestuario vinotinto (tiene tan sólo 14 años) en la pantalla gigante en el partido inaugural durante el himno: “Se me hizo un nudo en la garganta. Yo le pregunté después cómo es que no se puso nerviosa, porque el ambiente era increíble”.

“No es fácil jugar contra 35.000 personas”, advierte el abuelo, un emigrante gallego, nacido en Betanzos (España) y que llegó a Venezuela en 1955. Pero Verónica tiene temple a pesar de ser una niña. No en vano fue la jugadora sudamericana más joven que disputó un partido de Copa Libertadores, con 12 años, en noviembre de 2012.

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“Sabíamos que iba a haber mucha gente en contra, pero más bien nos lo tomamos como si fueran gritos a favor, yo creo que las ticas estaban más presionadas que nosotras por esos gritos. Al final nos ayudó”, señala Verónica sobre el partido inaugural en el que derrotaron a las anfitrionas por 0-3 en el Estadio Nacional.

“Tener a la familia en la grada es algo muy especial. Para mí fue una sorpresa porque me dijeron que no encontraron pasaje. Fue a última hora. Me da mucho orgullo, me emociona y me motiva a jugar mejor”, dice con una sonrisa la camisa número dos.

“Es el abuelo de todas nosotras”, asegura la capitana Lourdes Moreno. “Vamos a seguir trabajando para darles más alegrías, a ellos y a Venezuela que está pasando por momentos difíciles”.

El abuelo, con la camiseta de su nieta vestida, nos cuenta que cuando partieron al Sudamericano, clasificatorio para este Mundial, no eran más de 5 personas despidiéndolas en el aeropuerto. “Cuando regresaron como campeonas, ahí sí que vino gente. Se merece más atención estas niñas que están llevando muy alto la bandera del país”.

Don José, como decíamos, es muy exigente. “Yo ya les he dicho que de terceras para arriba, sino no las recibo”. Las jóvenes campeonas sudamericanas tendrán que trabajar duro para cumplir las expectativas de su mayor fan.

FIFA
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