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Goleada inesperada

La Vinotinto terminó su participación en la Copa América de la forma menos esperada, con desatenciones defensivas, goleada y sin respuesta ante Perú, en un duelo que se distanció de lo hecho en el resto del torneo.

El cuadro nacional, como ocurrió contra Paraguay en la primera fase, resintió las variantes, esta vez obligadas. En la primera etapa demoró un rato en asentarse en el campo de juego, mientras el cuadro de la banda cruzada prefirió esperar para el contragolpe. El maltratado césped del estadio Ciudad de La Plata no fue el mejor aliado para los intentos de Tomás Rincón y Yohandry Orozco de jugar a ras de piso.

En el momento en que Venezuela se tornó predecible, el inteligente elenco incaico dio el primer golpe. El contragolpe juntó a Paolo Guerrero y William Chiroque para que éste abriese la cuenta. El efecto fue asimilado en el inicio del segundo período, pero el constante ataque criollo fue acompañado de problemas en la definición. Luego, Rincón vio la roja y la escuadra peruana no dejó pasar la oportunidad.

El contraataque, arma preferida del ordenado equipo de Sergio Markarián, definió el puesto en el podio. El gol de Juan Arango, caudillo solitario en la reacción, quedó aislado como casi el único destello ofensivo vinotinto. Guerrero antes había anotado el segundo y con dos más completó su tripleta cuando la zaga venezolana estaba reducida a algunos hombres moviéndose desordenadamente.

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Durante la Copa, la Vinotinto se destacó por la concentración, el orden, la efectividad en momentos clave y la actitud. Estos elementos no se desplegaron del todo en el que bien pudo ser el partido más importante de la historia de la selección mayor. Errores defensivos que ya parecían superados, imprecisión e inefectividad, englobados en un partido que se enfrentó con menos intensidad que los otros.

En las derrotas se aprende, dice el lugar común. La brillante participación nacional no tuvo el mejor final, lo que tiene que ser visto como un tropiezo tan inesperado como necesario. Un equipo requiere mantener los pies en la tierra en todo momento y entender que la forma más simple para crecer es la de apuntalar lo bueno y reconocer los yerros para corregirlos.

La derrota ante Perú y aquel partido que estuvo a punto de perder ante Paraguay en la primera fase quedarán como valiosas lecciones para un conjunto que mostró capacidad para adaptarse a escenarios difíciles. Ahora le corresponde regresar toda su atención al objetivo de todos los tiempos, una clasificación mundialista que luce tan complicada como posible luego de una Copa América signada por la paridad.

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