Una firma especializada brasileña dio a conocer esta semana cifras al detalle en relación a la Copa Libertadores. Con una información proveniente del extranjero, el fútbol nacional se enteró de algunos de sus valores en el mercado, mientras los verdaderos números siguen en el terreno de las aproximaciones.
El estudio asegura en base a 15 criterios “objetivos y subjetivos” que Táchira vale 13 millones de euros y Zamora, nueve. Las cifras lucen de vértigo en un fútbol perennemente golpeado por la crisis económica que sin embargo ha lidiado con la inflación, las restricciones cambiarias y otras variables económicas a lo largo del tiempo.
En agosto pasado, cuando presentó oficialmente la temporada profesional, la FVF afirmó que el fútbol es el deporte mejor pagado del país con un ciclo que se prolongará hasta mayo de este año estimado en 200 millones de bolívares. Una de las pocas veces que desde el propio balompié criollo se le colocó un número a su quehacer.
Los equipos generan gastos millonarios cada semana, en el trabajo del día a día y en los partidos del torneo nacional, la Copa Venezuela y las competiciones internacionales. El retorno es apenas lo justo o insuficiente, dependiente de patrocinadores que pagan con irregularidad, la inversión de entes gubernamentales e incluso de lo recaudado en taquilla.
Pese a esto, los jugadores y técnicos son de los trabajadores mejor remunerados de Venezuela. Los que dan el paso internacional aumentan su capital de forma considerable. Para un futbolista de mediana calidad, para el joven que se pone como meta llegar al profesional, el deporte es una buena opción para, como dice la frase, “salir de abajo”.
Estos detalles, a primera vista, hacen ver al fútbol venezolano como un negocio rentable. No obstante, equipos siguen apareciendo y desapareciendo, inversores pasan de ser dirigentes a ser deudores, jugadores estiran su quincena en plena actividad o tras el retiro… hasta las instalaciones deportivas y las sedes administrativas se quedan sin mantenimiento.
El permanente hermetismo en cuanto a la divulgación de cifras de la disciplina en el ámbito nacional lleva a esta contradicción. Uno de los argumentos que se ha utilizado para ello es el de la seguridad personal de los involucrados, que pasa por ser cierto pero frágil, en atención a la realidad social del país.
En cuanto negocio, el balompié criollo sigue representando una oportunidad de inversión. Sin embargo, la poca claridad en cifras hace que muchas preguntas se queden sin respuesta, pero en especial una que incluso va más allá de los libros de contabilidad: ¿Cómo hace el fútbol venezolano para sobrevivir?.
Javier Rivera
Foto: Deportivo Táchira
